La visión de una sola persona puede cambiar el curso de la historia. Las acciones que este individuo genere y que impulsen a otros a la ayuda puede significar un cambio significativo en el ambiente en que vivimos. No necesitamos ser alguien demasiado sabio, demasiado rico o demasiado convincente: necesitamos tener una pasión y llevarla a cabo aunque nos cueste toda una vida. Nunca es tarde para comenzar a luchar por un sueño compartido de bienestar en el mundo en que vivimos.
Realmente el esfuerzo que hacemos día a día por nuestros semejantes no es muy grande -ni tiene que serlo -. Basta con prender esa mecha del querer mejorarse de la gente con una chispa. Una chispa que incendie las pasiones de la gente y les ayude a salir adelante y querer crear una comunidad autosustentable.
Es importante recordar siempre que nuestros esfuerzos, por pequeños que parezcan, generan un cambio importante en la mentalidad de la gente. Lo importante es lograr que la conciencia colectiva llegue a un punto crítico, recordando que lo importante es "no dar el pescado sino enseñar a pescar", dejando las actitudes paternalistas y asistencialistas atrás y ayudando a que la demás gente se sienta parte de una solución que lleve a la mejora de nuestra sociedad.
Con una visión crítica, proactiva y de servicio debemos analizar la situación en que vivimos. Ver los problemas que nos aquejan y las mejores acciones para solucionarlo. Hay que mejorar constantemente la forma en que trabajamos, ajustándonos a las necesidades cambiantes de nuestra comunidad. No hay que buscar solamente nuestra propia satisfacción ni nuestro propio bienestar. El reconocimiento de nuestras acciones no debe ser nuestra única motivación a actuar, una acción que no debería basarse en nosotros sino en el desarrollo de la sociedad. Debemos crear una fundación fuerte de valores y virtudes. Hay que convertirnos en el cambio, comenzando por "el hombre en el espejo".